En el Grado en Bellas Artes de la UFV se busca que el alumno sea un artista capaz de actuar tanto en la alta cultura como en el ocio y el entretenimiento. En el caso de Diseño, que sea capaz de aplicar el arte a la vida. En ambos casos, un tipo de creador visual inspirado por el humanismo, con una profunda formación intelectual y capaz de disponer de las nuevas tecnologías. ¿Y cómo se logra esto? El fundamento se encuentra en el propósito formativo de estos grados: invitar al futuro creador a que tenga una mirada honda sobre la realidad. Una mirada que no se quede en la superficie.
Para ello, el plan de estudios de Bellas Artes se propuso iluminar los hilos que unen las diferentes técnicas artísticas con las preguntas más profundas del ser humano. Por un lado están los tejidos que corresponden a las artes, habilidades y aptitudes del artista: el dibujo, la pintura, la escultura o la fotografía. Éstos se entreveran con el pensamiento intelectual y existencial de las asignaturas humanísticas. De esta forma, mientras en el taller los maestros de las diferentes técnicas forman a los alumnos, los profesores de Humanidades ponen el foco en una formación inspiracional que les abra a las grandes preguntas existenciales. Por ejemplo, la práctica del retrato nos remite a la pregunta por el rostro. Y, ésta, a la cuestión antropológica y a preguntarnos “¿quién es la persona?”.
Los primeros cursos de estos grados se plantean por lo tanto como una síntesis de la tekné (el arte, el buen hacer, la artesanía) y la episteme (los por qués, para qués, los saberes,…). Una síntesis entre hacer y saber. La finalidad es que el artista desarrolle un discurso a través de obras que iluminen el mundo, el hombre y la trascendencia, y que el diseñador proponga soluciones a través de proyectos que renueven el mundo.